Introducción
En todas sus aplicaciones, los materiales cerámicos
se valoran principalmente por su capacidad de resistir
el calor y el ataque químico. Estas virtudes se
deben a los fuertes enlaces que mantienen a los átomos
constituyentes en sus posiciones de equilibrio. La naturaleza
de esos enlaces añade también un inconveniente
crítico: la fragilidad. Un material frágil no se deforma
bajo carga y, sin embargo, como puede atestiguar cualquiera
que haya dejado caer una pieza de loza, la cerámica
propende a romperse en añicos. Esta desafortunada
propiedad hace que la cerámica sea particularmente
sensible a mínimas imperfecciones en su microestructura,
las cuales sirven de puntos de iniciación de grietas.
Por consiguiente, se han dedicado muchos esfuerzos
de la investigación cerámica a desarrollar nuevos
procesos que minimicen estos defectos microscópicos;
y se ha insistido en el diseño de nuevas composiciones
y microestructuras que eviten el crecimiento de grietas
Las cerámicas son materiales sólidos que no son
ni metales ni polímeros aunque pueden tener elementos
metálicos y orgánicos como constituyentes o aditivos.
Las cerámicas se pueden presentar en forma amorfa,
vítrea, monocristalina, policristalina o combinaciones
de algunas de ellas. Estos materiales tienen dos características
importantes: por un lado, su capacidad de
resistir al calor y por otro, su resistencia al ataque
químico, que son debidas sustancialmente a la fortaleza
del enlace entre sus átomos.